viernes, 20 de enero de 2017

QUE HACER (ESTRATEGIA) Y COMO HACERLO (TÁCTICA)



Supongamos que hemos finalizado la apertura y ante nosotros se abre la "terrible" perspectiva del medio juego. ¿Qué posibilidades tendremos en esa difícil fase? Lo primero que debe hacer el jugador es proceder a un análisis de la posición. ¿Con qué medios contamos para ese análisis? Aquí entrarán en consideración todo tipo de factores posicionales, como:
  • Dominio del centro.
  • Mejor desarrollo.
  • Actividades de las propias piezas y de las enemigas.
  • Seguridad de ambos reyes.
  • Puntos débiles.


Si llegamos a la conclusión de que la mayoría de estos factores se inclinan en nuestro favor, es muy probable que tengamos ventaja decisiva, en cuyo caso debemos examinar detenidamente las posibilidades de llevar a cabo con éxito un ataque directo (ataque al rey enemigo), o un ataque posicional, sea en el centro o en uno de los flancos



Si después de nuestro análisis concluímos que la ventaja no es decisiva, pero que sí existe, debemos establecer un método de incrementar la ventaja

Podemos, por ejemplo, pensar en reforzar el centro, en activar la posición de nuestras piezas, en presionar sobre algún punto débil del enemigo, etc. En otras palabras, debemos tratar de transformar esa ventaja en otra mayor y decisiva. 

Naturalmente, en el caso de que nuestra posición sea desventajosa, el procedimiento será muy distinto. Debemos, en tal caso, procurar: 

  • Reforzar nuestros puntos débiles.
  • Agilizar el desarrollo.
  • Reforzar el centro.
  • Buscar contrajuego.
  • Darle seguridad a nuestro rey.

Pero aún aquí corresponde al jugador decidir cuál o cuáles de estos factores tienen más influencia en el desarrollo del juego, es decir, a qué factor o factores es preciso concederle(s) prioridad. 


En caso de igualdad o de aparente igualdad, el jugador que se proponga desequilibrar la posición en su propio beneficio deberá procurar apoderarse de la iniciativa, pero aquí parece oportuno recordar la conveniencia de "saber nadar y guardar la ropa". Es decir, nunca en situaciones de igualdad será técnicamente correcto atacar y mucho menos atacar con un centro inestable o en tensión. Un ataque prematuro está condenado al fracaso, a menos que sea respondido con una defensa imprecisa o excesivamente pasiva. El jugador deberá tener presente que un ataque de flanco prematuro debe ser replicado siempre con una reacción en el centro

Es fácil comprender que cuánto mayor sea la precisión con que enjuiciemos los factores posicionales, tanto mejor será la decisión adoptada: nuestro criterio es fundamental para decidir el qué y el cómo. Una vez decidido qué debemos hacer, habremos tomado una decisión estrátegica: un plan estratégico

¿Dónde comienza la táctica? La táctica (el cómo) es precisamente la ejecución concreta del plan estratégico trazado. En la medida en que los medios tácticos concretos (jugadas, secuencias) puedan llevarse a cabo sin tropiezos, habremos ejecutado el plan táctico de manera eficiente. Ahora bien, como en la vida y en la guerra, en ajedrez difícilmente podrá hacerse camino sin contínuos cuestionamientos del propio plan, sin vueltas atrás y correcciones sobre la marcha. Estos obstáculos imprevistos requerirán que vayamos puliendo nuestro plan táctico y que, a menudo, éste se convierta en varios planes tácticos encadenados que se complementen. Todo ese conjunto dialéctico de jugadas de ataque, defensa y contraataque, llevadas a buen fin serán la culminación del plan estratégico concebido. Si, pese a todo, nuestro contrario se impone, eso significará que su plan estratégico era superior. 

Este material se ceñirá al aspecto táctico de la lucha, es decir, a las maniobras posicionales o combinativas que componen todo el complejo ejercicio táctico. Dos nuevos términos acaban de entrar en juego, que vamos a definir: por posicional entendemos una jugada lógica perfectamente coherente dentro de nuestro plan, una jugada, en suma, que también podemos llamar natural, como requerida por la posición. Combinativa es una jugada, paradójica las más de las veces, que generalmente implica sacrificio(s), de material. Tanto uno como otro tipo de jugadas son frecuentes en cualquier plan táctico. 
Lcdo. Yorman Ali Rojas (Entrenador de Ajedrez)


domingo, 8 de enero de 2017

PERDIDA DE LA INICIATIVA DE LA APERTURA



Múltiples y variadas son las causas que pueden dar lugar a la pérdida de la iniciativa en la fase inicial de la partida.
Son tantas, que en realidad resulta imposible enumerarlas y mucho menos tratarlas todas en un libro que no sea enciclopédico.
Somos de la opinión, sin embargo, de que todas ellas, o al menos la mayor parte, pueden enmarcarse en unas pocas causas primarias -llamémosla así- que las originan:
1. La violación de los principios generales establecidos para la realización de las aperturas.
2. La subestimación o sobrestimación del adversario en la fase inicial del juego.
3. La insuficiente  atención a las diferentes posibilidades que se presentan en el transcurso del planteamiento, como la consecuencia de los niveles de conocimiento que sobre una línea o variante, se poseen o, a veces, se estiman poseer.
                 
Son precisamente estas causas primarias de la pérdida de la iniciativa durante la apertura las que en sus distintas formas se manifiestan en el desarrollo de las veinte partidas que abarcan este capítulo. Esperamos que el estudio que inmediatamente emprenderemos de las mismas, sirva de real provecho a quienes desean perfeccionarse en el ajedrez, tomando como base de su superación los modelos inigualables que a todos los que amamos este noble juego nos legara José Raúl Capablanca.

De él se ha dicho que fue un campeón que conocía poco las aperturas. Pero también hay que decir que poseía una extraordinaria habilidad para aprovechar con precisión los mínimos errores de sus contrincantes en la fase inicial del juego, independientemente del planteo específico que éstos adoptaran.

Así, Capablanca demostró que no se trata sólo de conocer aperturas y variantes, sino que es necesario, sobre todo, saber expresar en ellas los firmes valores estratégicos sobre los que descansa la partida de ajedrez desde su mismo inicio.